martes, agosto 02, 2005

no quiero más guerra

Sueño con el día en que pueda escribir algo que no esté relacionado con mi confusión mental. Cuando estoy sola, ya sea viajando en el metro, esperando en alguna fila o simplemente caminando, me da por observar a la gente que va, viene, o simplemente está igual que yo haciendo una fila, y me pregunto si la vida de ellos será menos enrollada que la mía.

En ocasiones (en muchas ocasiones en realidad), me enojo conmigo por no ser capaz de valorar las cosas que tengo. Y no me refiero a las materiales porque no son tantas tampoco. Hablo que quizás muchos (as) quisieran tener, por ejemplo, mi libertad. Es maravilloso no tener que rendirle cuentas a nadie más que no sea uno mismo. Ser relativamente joven (supongo que a los 29 años se es joven en este país todavía). Tener un trabajo que me permite vivir mes a mes y además poder estudiar lo que quiero. En fin, son ene cosas que tengo y que sé que muchos no pueden decir lo mismo. No soy para nada mal agradecida con eso, de hecho siempre le doy gracias a dios por todo y sobre todo por tener a mi familia y a mis amigos.

Pero siento que hay algo que me falta, y que ¡maldición!, no me deja disfrutar de lo demás. Sería demasiado estúpido de mi parte decir que es el no tener a alguien al lado mío. Lo sería, porque si yo lo quisiera bastaría con aceptar un par de invitaciones que he recibido, y que sé con qué finalidad son hechas, y asunto arreglado. Pero es no es el punto. El punto es que lo que yo quiero a mi lado, es algo que yo elija. No a alguien que me elija a mí. ¡Qué confuso!.

Cada vez que he sentido o pensando que encuentro a la persona que quiero para mí, me aparece un inmenso cartel luminoso en mi rostro con la palabra ¡¡¡ERROR!!!. Y ahí parte mi depresión y mis cuestionamientos de "en qué fallé", o "qué faltó", o cualquier otra expresión similar. Lamentablemente esto me dura hasta que aparece un clavo que según yo, podrá sacar al otro y vuelta a lo mismo.

Hace casi 3 años, terminé con una relación que duró 5... seguimos siendo amigos, pero el ya está con otra persona con la cual van a ser padres a fin de año. Esa situación en particular no me afecta pues fui yo la que terminó la relación. Y fue precisamente porque no sentía mariposas en la guata cuando estábamos juntos.

A mediados del año pasado, intenté algo con un compañero del instituto. El era como 4 años menor que yo, lo cual me complicaba pues hasta ese entonces, jamás se me habría siquiera ocurrido algo así. El tema es que me insistió mucho con que el ser yo mayor que él, me hacía más atractiva por mi madurez, y bla bla bla... Lo pensé por un tiempo y me dije 'por qué no?'. Error fatal, el tipo era un verdadero cacho, y el problema es que mientras más mal la relación, más me enganchaba yo. Quizás porque nuevamente me cuestionaba el porqué las cosas no habían funcionado.

Esto duró hasta casi fines de octubre, fecha en la que conocí a alguien que me llegó en el momento indicado. Cuando estaba tratando de reinventarme, pues mi estado anímico andaba por el suelo. Lo único que puedo concluír de eso, es que el refrán "UN CLAVO SACA A OTRO CLAVO", es una de las mentiras más grandes que se han dicho. Nuevamente estoy con el agua hasta el cuello. Lo único que espero, es que cuando logre salir de esto, no sea porque estoy martirizándome con otro clavo...

"... ya no quiero amar otra vez así, si después tendré que sufrir..."

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