Eran las 21:45 hrs. del día viernes 28 de julio, y yo figuraba agarrada de mi asiento sin que ni siquiera una grúa me pudiera mover. Fue casi un festival de pucheros y de sentimientos encontrados los que se mezclaron ese día. La alegría de por fin sentir que no tendría que tomar un maldito cuaderno (de cariño), ni una maldita guía (también de cariño) por un par de semanas. Saber que tendría libertad de acción nuevamente algunas tardes para ir al cine, al gimnasio, a vagar por Santiago, a los happy hours, o simplemente llegar temprano a mi casa, y alcanzar a ver las noticias de las 21.00 sin tener que esperar hasta las doce de la noche para saber si me había perdido de mucho durante el día. Que mi pobre hombro y espalda descansaran del tremendo peso al que eran sometidos diariamente, por llenar el bolso con cuadernos, papeles y los infaltables “por si acaso”.
Lo triste de todo esto sería no ver diariamente a mis amiguitas, a las cuales al comienzo debo decir que ni pescaba, pero que luego de compartir un buen tiempo con ellas les agarré cariño y ahora me da lata sentir que el mail será nuestro mejor canal de comunicación, o alguna salida por ahí para “comentar” situaciones ocurridas en este tiempo. Sí, digamos que a veces me pongo mamona también y me afloran sentimentalismos de este tipo, los cuales por supuesto trato de mantener a raya. También sentir que ya está (o debiera estar) todo aprendido y ahora a demostrar no más en el mundo laboral. A pesar de haber tenido un buen rendimiento durante todo lo que duró la carrera, a veces la inseguridad me la gana y dudo de hasta si es verdad que me llamo Alejandra… jajaja.
Bueno, todo este momento de profunda reflexión fue interrumpido por el grito de una de mis amigas, recordándome que nuestra despedida de clases era un acuerdo, y que algún antro de la perdición esperaba a estas esforzadas estudiantes para hacer un brindis como corresponde y liberar tensiones. No fue lo masivo que pretendíamos, porque como al destino le gusta hacerse famoso, minutos después de separarnos el jueves luego de haber planeado los pormenores de la celebración, una de ellas se enteró de que su abuelo había fallecido y el funeral sería el sábado. Obviamente la despedida se corrió para el próximo viernes y este que pasó fue algo más bien “piola” (mmm…). Parece que de todas formas, por estos días “las chicas sólo quieren divertirse”.
En fin… esta bitácora fome, egocéntrica y autoreferente hoy cumple un año de vida. ¡Feliz cumple blog!, es todo lo que diré al respecto. Por ahora estoy pensando sólo en lo que se viene, ¿y que sería eso?... pues por lo pronto obviamente pasar agosto.