viernes, septiembre 29, 2006

Una pausa

Son dos los motivos por los cuales a veces me callo. El primero es obviamente cuando no tengo nada que decir, y entre hablar por hablar encuentro que es mejor hacerle un favor al resto y cerrar la boca (la opinología no va conmigo). El segundo motivo se contradice un poco con el primero, pero también me callo cuando tengo mucho que decir, y antes de cometer el error de hablar más de la cuenta (las palabras no se pueden recoger), prefiero pensarlo dos, tres o cien veces.

La cosa es que por estos días se sumó un tercer motivo, y es que hace un par de semanas comencé a trabajar en mi tesis lo que me tiene casi totalmente desconectada de la vida virtual, y con todas las neuronas alineadas para salir de este tema de la forma más digna posible. Los días pasan y tengo clarísimo que no hay plazo que no se cumpla, de hecho ni quiero mirar mucho el calendario para no presionarme tanto. Los fines de semana volverán a ser de convivencia con mis ex compañeras y futuras colegas (ja!), y espero no terminar odiándolas de aquí a fin de año (más que todo porque el próximo fin de semana estaba ideal para irse a la playa, grrrr).

Al menos una vez por semana me llega al mail material para el examen de título, que ya tiene fecha para el sábado 20 de enero. Es decir, tengo harto en qué entretenerme por un buen par de meses, lo cual supongo que como todas las cosas tiene su lado bueno y otro malo. Agradezco a quienes me han dejando comments preguntando si aún vivo, y debo decir que sí… no estaba muerta ni andaba de parranda. Espero tener un poco más de tiempo para no dejar este espacio botado, y obviamente para visitar a quienes se toman la molestia de leerme y comentarme.

PD: al que le salga yo de “amigo secreto” sólo le pido una cosa: una cremita para las ojeras, porque digamos que el contraste con lo paliducha que soy no es muy “cool”. Pórtense bien y extráñenme, para que cuando Chanta Claus vea el libro de conducta de cada uno de ustedes, les traiga el regalo que le pidieron.

miércoles, septiembre 13, 2006

"Estamos trabajando para usted"

Mi otro yo me decía que a veces la descoloco. Por lo general soy relajada y no me complico mayormente con las cosas, a veces soy demasiado extremista con mis emociones eso sí. Cuando estoy feliz como lombriz me falta sólo la nariz roja para parecer un payaso. Entiendo que a veces eso molesta porque cuesta un poco que me ponga seria si la situación no es tan para la risa, y el resto quiere que me comporte. Por otro lado, cuando me pongo idiota pateo puertas y digo groserías (cuando estoy sola) al mejor estilo del vocabulario que aprendí en el estadio (es que soy tan rasca, ja!).

Cuando era más pequeña, mi madre siempre me dijo que me soportaba sólo porque era su hija, pero que mi carácter del demonio hacía difícil la convivencia. Digamos que los años y una que otra mala experiencia me hicieron replantearme las cosas y empezar a ser menos personalista en las relaciones humanas. Aprender a ponerme en el lugar del resto primero creo que fue el punto de partida, y luego a escuchar porque no siempre uno tiene la razón por más que crea que es así. Siendo de signo leo, y con sangre siria y siciliana, definitivamente hacen que el esfuerzo por no ser una bestia sea enorme, pero se puede (creo).

Igual a veces paso del amor al odio en cosa de segundos, por lo general vuelvo a la cordura en el mismo tiempo, aunque a veces me demoro unas horas, días o semanas. Siempre doy una segunda oportunidad al “enemigo”, creo que no siempre la gente actúa de mala manera por gusto. De todas formas eso uno lo intuye y a veces prefiero alejarme y no hacerme problemas por algo que no vale la pena.

Como sea, mi otro yo no me creyó todo esto, o bien no fueron suficientes las pruebas a mi favor y me dejó una tarea a lo Bart Simspon, escribir 100.000 veces:

Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada
Debo ser menos arrebatada

jueves, septiembre 07, 2006

El tema del momento

Falta de concentración, demasiado pajareo, introspección o lo que sea, el tema es que andaba media alejada de acá, sin considerar que seguía festejando el haber pasado agosto sin siquiera un atisbo de resfríos, lo que me tenía contenta. Ver el sol asomarse todos los días -y que además entibiaba- lo hacía más agradable, sentir la musiquita de fondo recordándome que estoy en Chile, y todo adornado con guirnaldas y banderas me hacían andar sumida en un continuo estado de buen humor. Nada es eterno, ya de nuevo la madre naturaleza me hizo recordar que el primero de septiembre no equivale a la llegada de la primavera, y hoy en la mañana (para los que se levantan temprano) hasta unas gotas de agua tiró por si me quedaba alguna duda al respecto.

Tanto se ha hablado por estos días de la famosa píldora del día después, que ya más que ser un tema social que nos compete a todos como país, por la responsabilidad que ello implica, siento que sólo se está volviendo el tema del momento, tal como lo fue el puente de Chiloé, la huelga de La Escondida, o el paro de los secundarios. Todos asuntos realmente importantes si nos ponemos serios, pero que ciertos sectores los mal utilizan para sus fines partidistas aprovechando de destruir al contrario. Yo la verdad que independiente de mi postura al respecto (la cual la he hecho saber en varias páginas), creo que el respeto hacia los demás sectores al momento de dar nuestra opinión es fundamental. Lo que me chocó de este asunto fue leer la postura que tomó la Iglesia, en donde nuevamente nos señalan con el dedo a todos los que al sentir de ellos tenemos un pensamiento más liberal, para variar enjuician al resto con temas en los que ellos ciertamente tienen tejado de vidrio. Ayer, leyendo el resumen de noticias en mi correo me encuentro con lo siguiente: “Cardenal Medina: Píldora puede causar la muerte de una persona”.

Dentro de todo lo que este señor decía, señalaba que “toda relación sexual fuera del matrimonio es inmoral”. Me pregunto entonces cual es su opinión respecto a los niños que han sido abusados sexualmente por los curas en los hogares de menores, y que ellos además se esmeran porque los hechos no salgan a la luz pública, trasladando al culpable a algún pueblo cerca de la montañas y casi diciendo “aquí no ha pasado nada”. Otro de sus dichos fue “Cuando los jóvenes de 15 años de edad tienen relaciones no es un acto de amor, sino que de egoísmo”. Creo que tendré que decirle entonces a mi hermana, que mi sobrina de ahora 23 años, y que es toda una mujer hecha y derecha, es sólo fruto de su egoísmo adolescente y no algo que engendró con todo el amor que le tenía a mi ahora cuñado. También aprovechó de disparar contra la ley de divorcio aludiendo que quienes están a favor de ella no pueden llamarse católicos. Tendré entonces que pedirle audiencia y decirle que yo prefiero mil veces que mi papás hayan decidido separarse cuando yo tenía recién doce años, a tener que haber seguido viviendo en un ambiente que de familiar no tenía nada, y donde lo único que faltaba era ver volar los platos sobre las cabezas de ambos. Es muy fácil opinar de temas en los que ellos no están involucrados directamente, donde sus normas y leyes les impiden saber qué es el amor de pareja, y qué siente una madre al enterarse que su hija fue violada y tendrá que cargar con un hijo a cuestas de un delincuente o enfermo mental.

Digamos que fui bautizada y que en teoría soy católica, en la práctica no lo sé porque no he hecho la primera comunión ni tengo intenciones de hacerla tampoco. Jamás voy a misa salvo un par de veces en el año y porque mi mamá me pide que la acompañe. Cuando quiero hablar con dios lo hago directamente y sin intermediarios, no sé si me escucha pero me da la impresión que sí. No se me ocurriría confesarme ni por chiste, no encuentro consecuente mandarme las tremendas embarradas y luego con un par de oraciones asumir que quedo libre de culpas. Cometo errores y actúo quizás de forma equivocada a veces, pero siempre he considerado que la intención (la buena o mala intención) es la que marca la diferencia. No vale si lo digo yo, pero intento siempre ponerme en el lugar del otro para no ofender ni dañar gratuitamente. Eso hasta el día de hoy me permite dormir en la noche sin cargos de conciencia, y mirar a la gente a la cara.

Sé que quizás mi postura pueda chocar con los principios que otras personas tienen, y que por supuesto respeto. Pero me molesta mucho que la gente opine de temas que no vive en carne y hueso de la manera que opinan ellos, y más encima sin dar ninguna solución al problema social que tenemos en el país, y que aún no le han tomado el peso real que representa.