Son dos los motivos por los cuales a veces me callo. El primero es obviamente cuando no tengo nada que decir, y entre hablar por hablar encuentro que es mejor hacerle un favor al resto y cerrar la boca (la opinología no va conmigo). El segundo motivo se contradice un poco con el primero, pero también me callo cuando tengo mucho que decir, y antes de cometer el error de hablar más de la cuenta (las palabras no se pueden recoger), prefiero pensarlo dos, tres o cien veces.
La cosa es que por estos días se sumó un tercer motivo, y es que hace un par de semanas comencé a trabajar en mi tesis lo que me tiene casi totalmente desconectada de la vida virtual, y con todas las neuronas alineadas para salir de este tema de la forma más digna posible. Los días pasan y tengo clarísimo que no hay plazo que no se cumpla, de hecho ni quiero mirar mucho el calendario para no presionarme tanto. Los fines de semana volverán a ser de convivencia con mis ex compañeras y futuras colegas (ja!), y espero no terminar odiándolas de aquí a fin de año (más que todo porque el próximo fin de semana estaba ideal para irse a la playa, grrrr).
Al menos una vez por semana me llega al mail material para el examen de título, que ya tiene fecha para el sábado 20 de enero. Es decir, tengo harto en qué entretenerme por un buen par de meses, lo cual supongo que como todas las cosas tiene su lado bueno y otro malo. Agradezco a quienes me han dejando comments preguntando si aún vivo, y debo decir que sí… no estaba muerta ni andaba de parranda. Espero tener un poco más de tiempo para no dejar este espacio botado, y obviamente para visitar a quienes se toman la molestia de leerme y comentarme.
PD: al que le salga yo de “amigo secreto” sólo le pido una cosa: una cremita para las ojeras, porque digamos que el contraste con lo paliducha que soy no es muy “cool”. Pórtense bien y extráñenme, para que cuando Chanta Claus vea el libro de conducta de cada uno de ustedes, les traiga el regalo que le pidieron.