
Es habitual en estas fechas comenzar a analizar qué tal se comportó el año que nos deja. Lo bueno, lo malo, lo pendiente, etc., porque aunque muchos lo nieguen, creo que en algún momento junto a su almohada sí lo piensan. En teoría, pasar del 31 de Diciembre al 1 de enero es algo importante porque es el cierre de un ciclo. En la práctica, todos sabemos que del 31 al 1 es lo mismo que del 28 al 29, ó del 29 al 30, la vida no nos hace borrón y cuenta nueva, ni tampoco nos alivia el peso de los años, sólo continúa y hay que seguirle el tranco para no quedar a mitad del camino. Creo que no escogí un buen momento para hacer mi resumen, estoy yéndome muy “en la profunda”.
Bueno, yo no creo poder ir mes por mes, más que todo porque no puedo hacerlo con la precisión que quisiera. Creo que sí podría decir qué fue lo que más me marcó en el 2005, y debo aclarar también que seré auto referente. Lejos, lo más importante que me pasó fue pasar a formar parte del club de las mujeres de tres décadas.
Quizás a muchos les pueda sonar una real estupidez, pero para mí fue un karma desde que comenzó el año, y que se hacía más pesado a medida avanzaban los meses. Yo me sentía feliz siendo del grupo de los veinteañeros, y no quería cambiar el folio porque tontamente tenía metido en mi cabeza que a partir de los 30 tenía que empezar a vivir la vida de otra forma, y empezar a armar otros proyectos para lo que se me venía por delante.
Algo pasó, fue como por arte de magia que al día siguiente de mi cumpleaños todo me daba lo mismo. Me daba lo mismo en el sentido que todas aquellas preguntas típicas que me hacían antes, ahora me importaban tanto como me podría importar la caza indiscriminada del zancudo con 5 alas en Transilvania.
Si no me he casado, es porque no tengo ganas, después de 5 años de pololeo lo que menos quiero por ahora es pensar en eso. Si no he tenido hijos, es porque soy egoísta y prefiero darle prioridad a otras cosas, y por ahora no sé si estoy preparada para que alguien dependa cien por ciento de mí. Si aún no vivo sola, es porque en las dos oportunidades que lo intenté, por distintos motivos tuve que echar pie atrás. Si sigo tomando algunas cosas con menos seriedad de la que debiera, es porque no sé si mañana voy a poder abrir los ojos y levantarme de la cama.
Son preguntas que antes me complicaba entera para responder, y las respondía casi con culpa o con cargo de conciencia. Ahora las respondo en forma directa, si al final de cuentas a la única que le tienen que importar es a mí.
Bueno, hubo otras cosas en el año, algunas buenas como son haber terminado dos semestres más, mejor de lo que esperaba, y haber conocido a muchos amigos nuevos a través del blog. La verdad es que a comienzos de año ni siquiera me lo habría imaginado, y ahora terminando el año, todavía lo encuentro un poco loco, jajaja.
Por supuesto que hubo cosas no tan buenas, o malas directamente. No vale la pena de todas formas recordarlas. Lo importante es pararse, sacudirse y seguir. Prefiero rescatar de eso lo bueno, si lo hubo, y lo demás tirarlo a la papelera de reciclaje.
Otra cosa importante, fue que perdí mi fobia a andar en micro. Debo reconocer eso sí que me vi obligada a hacerlo. Con la extensión de la red de metro hasta puente alto, corría serio peligro de morir asfixiada o aplastada por la masa humana. Qué lata ser siempre la que empaña las buenas noticias del gobierno, pero soy parte del pequeño porcentaje no nombrado en ningún discurso oficial, que se siente perjudicado con el festival de inauguraciones.
Rayos!, lo olvidaba: desde ayer formo parte del club de lulú, y aprovecho la ocasión para agradecerle a las chicas que hicieron posible mi incorporación, y también a las que hicieron con el pulgar hacia arriba. No se preocupen que no le bajaré el perfil al club.
Así es la cosa, quedan escasos 3 días para los abrazos, fuegos artificiales, lloriqueos varios, y algunas fiestecillas por ahí. Sólo me queda pedirles que disfruten, pero con moderación, y que si van a beber pasen las llaves, pero yo nica se las recibo.
Salud!!! (itos).