Ya casi parece teleserie venezolana

Cosas de la vida. La semana pasada me estaba lamentando de haber perdido en una forma no muy justa, y hoy pierdo un aro. Lo malo es que lo perdí porque el tornillo estaba medio suelto (igual que el mío), y nunca me preocupé de apretarlo o cambiarlo. No vaya a ser cosa que un día de estos pierda la cordura también...

Sigo molesta, no sé muy bien con quién o con qué. Tal vez debí haber hecho como ella, mostrarme como el ser perfecto, casi caído del cielo, y una vez logrado el objetivo sacar a flote mis panas. No, no va conmigo. Esto es lo que hay, si le gustaba bien, si no... bueno, ya sabemos como terminó la historia.

Alguien por ahí podría pensar que la ociosidad es la madre de todos los vicios, y que si tuviera mi mente ocupada en cosas importantes y productivas sería más fácil de sobrellevar este dramón. Pues no es tan así, se supone que estoy con mi mente dividida entre el trabajo y mis pruebas que comenzaron esta semana, pero por desgracia no logro concentrarme en un 100% al menos para estudiar. Trato de concentrarme y leer, pero no me doy ni cuenta cuando ando en la galaxia más lejana de la tierra, y vuelta a re-leer todo de nuevo. Quizás me debiera dar un palo en la cabeza para poder ordenar el despelote que tengo adentro.


Me apesta estar siempre lloriqueando como niñita y no comportándome como una tipa adulta. Sé que en algún momento lo voy a hacer, pero primero debo sacarme toda la pena y rabia que tengo dentro. Espero sea antes que alguna cadena de televisión venezolana me ofrezca comprar los derechos de mi teleserie.

Pensándolo bien no sería tan mala idea, así puedo pagarle a un buen siquiatra para que me analice al estilo “pinky y cerebro”. Igual me caigo mal, por llorona, latera y monotemática.