Ser o parecer

Este es uno de los post que más me ha costado escribir. No tengo claro el motivo, pero tengo tanto que expresar y no sé como darle forma, se me enredan las ideas, se chocan las palabras, y al final me siento peor porque no puedo "echar afuera". Se supone que estoy bien, de ánimo... de salud... y de todo lo demás también. Aún así, estoy como con ganas de bajar el interruptor, de no ver a nadie pero sí quiero ver a la gente que me agrada y me hace bien. Es como loco, siento que de pronto me contagié de una enfermedad grave que se podría definir como "intolerancia a la gente torpe" (o “tonta” de frentón).

No tengo paciencia con la estupidez humana, hasta hace un tiempo atrás me daba igual, los ignoraba y punto, o sencillamente los aguantaba si no tenía escapatoria. Ahora siento como una rabia interna que si pudiera echarles una buena "rociá" me haría sentir mucho mejor. Me idiotiza que se crucen y no dejen caminar. Me molesta que se quejen contra todo pero que no hagan nada. Me choca que se pongan "choros" con quienes no tienen culpa de las cosas, pero que no sean capaces de ir a increpar a los culpables porque hasta ahí no más le llega la choreza. Les roban en su cara, los mismos políticos que escogieron, pero nadie hace nada porque las cosas no sigan pasando. Están todos en crisis de pánico con el Transtortuga, pero nadie se ha preocupado de mirar el planito con los recorridos que pasan por su sector y que les enviaron a su propia casa, después capaz que en vez de llegar a Providencia aparezcan por Linares… pero qué más da si el tiempo que debieron aprovechar en cosas útiles se lo gastaron en reclamar para seguir al rebaño.

Yo reconozco que soy reclamona por naturaleza, pero no con ánimo destructivo sino más bien cuando siento que las cosas se podrían hacer mejor, o definitivamente hacerlas bien a la primera, no “a lo chileno” como se acostumbra en esta larga y angosta faja de tierra.

Qué habrá sido de mi tolerancia que me costó tanto tiempo y trabajo adquirir… a veces creo que a estas alturas del año (que para mí no terminó el 31 de diciembre), como que todo se hace más pesado: levantarse en la mañana, tomar el metro hasta la oficina, estar las diez horas correspondientes, el regreso a casa… todo. Quizás es la falta de descanso real, las vacaciones se están volviendo una necesidad imperiosa. El 2006 me pasó la cuenta pesado, terminé los estudios y en diciembre además hice un montón de cosas más, siento que el precio en cuanto a agotamiento que pagué fue muy alto.

Bueno, no tengo idea si el título tendrá relación con este post, pero es una frase que no me la puedo quitar de encima, y me gusta mucho por lo demás. La escuché en una canción que me parece es de RBD, pero como no soy fan de ellos ni por error... digamos que es sólo el nexo.